“Goteborg es húmeda y acogedora”

lunes, 21 de junio de 2010

SUECIA




“Goteborg es húmeda y acogedora”

Oscar Zubelzu Tejedor es el vocalista del grupo de rock “Urbandux”



Oscar Zubelzu Tejedor




Hasta donde alcanzo a recordar, siempre soñé con ser artista. No se si debido a la necesidad de expresar mi creatividad o simplemente a las ganas de llamar la atención,


posiblemente un poco de todo, y mucho de lo segundo. Allá por los 80 recuerdo aquel diminuto piso de apenas 50m2, en Las Vidrieras, donde vivía con mis padres y mi hermana pequeña, y me pasaba las horas encerrado en mi cuarto, imaginándome, raqueta en mano, frente a miles de espectadores que me observaban saltar de la cama, y coreaban conmigo las canciones que salían de aquel viejo tocadiscos belter, al que tenía que poner un duro encima de la aguja para que no saltara entre los surcos.


La Reinosa de mis amores se me hacía pequeña para tan inalcanzables e ingenuos sueños, y un buen día, mochila en mano, me aventuré a conocer mundo.


Tras años en Madrid donde me formé como músico, fui cantante de varias bandas entre ellas, Monkey Do y Habeas Corpus -, y decidí hace 5 años, ya como vocalista de la banda Urbandux, dar el salto definitivo y emigrar, hacia el norte de Europa, con promesas de nuevas andanzas y experiencias.


Göteborg situada en la zona suroeste de Suecia, ha sido el destino, y mi lugar de residencia desde entonces. Llegamos un gris día de abril del 2005, mis dos compañeros de banda y yo, en una furgoneta a esta tranquila ciudad costera, la segunda más grande de Suecia después de Estocolmo. Con 500.000 habitantes, es una ciudad predecible y terriblemente húmeda, con largos y oscuros inviernos, pero a su vez, es cómoda y acogedora. Si bien la primavera no empieza hasta bien entrado mayo y sus veranos son cortos, la explosión de color y luz durante esos meses es abrumadora.


Lo primero que sorprende es el maravilloso contraste en los barrios, que poseen un entorno natural espectacular en el que se funden bosques y lagos. No se necesita andar mucho para sentir que has abandonado la civilización, simplemente dando un paseo por la calle donde vivas, acabarás, sin saber como, metido en el bosque y encontrándote hasta con renos en tu camino.


Para ser sincero, al llegar, me defraudó un poco su excesiva tranquilidad. Ciertamente esperaba encontrar una ciudad con la actividad musical y cultural propia del lugar de donde provienen muchas de las más importantes bandas de rock del mundo, y que para mí han sido un referente esencial. A fin de cuentas, este era el principal motivo por el cual me decidí a venir aquí y no a otro lugar. Luego vas viendo que aunque los locales para dar conciertos no abundan y no es el pequeño "Los Angeles" que creía, la cultura musical de sus habitantes es inmensa y la oferta cultural muy rica. La ciudad está llena de teatros, cada año se celebra el Festival de Cine, la Feria del Libro, una de las mayores de Europa. El edificio de la Opera, mi favorito, es una réplica de la Scala de Milán, pero mirando al mar, un lugar mágico y asequible al bolsillo, donde hay espectáculos casi a diario. También el Artisten, la universidad musical, es una de las más reputadas escuelas de Europa donde se han formado artistas de talla mundial.


Los contrastes del país no son una excepción en sus gentes. El sueco es comedido, no se queja nunca, vive y asume las reglas y deberes impuestos de forma ordenada, sin rechistar, hasta el punto que resulta irritante. En general, es poco abierto, reprimido y nada impulsivo. Esta es, sin lugar a dudas una sociedad sumamente individualista, con unas normas de comportamiento que muchas veces rozan lo ridículo y donde hasta los amigos más íntimos conciertan citas con un mes de antelación para visitarse. Si te invitan a una barbacoa, llévate tu propia chuleta y cerveza o no comerás ni beberás nada. O sea, que básicamente a lo que te invitan es a las brasas. Si invitas a una ronda en un bar, obtendrás un educado "Tack sâ mycket"(muchas gracias) y poco más, nadie se va a sentir obligado de hacer lo mismo. El sueco evitará siempre la confrontación y tener que decir "no". Prefiere sonreír decir "si" y después, si te he visto no me acuerdo.


Pero los suecos también tienen una mentalidad enormemente cívica con su entorno


y protegen el medio ambiente con una concienciación envidiable. Además, este país se ha enorgullecido siempre, y no sin razón, de tener un sistema enfocado a la juventud y a la educación de sus habitantes. No escatiman en ayudas, y aquí la condición social y económica no supone un problema, si se quiere estudiar. Las universidades son gratuitas y el estado provee de un préstamo de estudios disponible para todos. No es raro ver a gente de más de 40 años volviendo a la universidad. Incluso si dispones de un trabajo fijo, la empresa te concede horas del día para tu formación, la ley así lo exige. Además, el gobierno proporciona ayudas a la gente que tiene hijos, hasta un año de permiso por maternidad o paternidad.


A causa de ese individualismo, en el que está mal visto destacar en algo, sumado a nuestra condición de inmigrante o “invandrare”, no ha sido fácil abrirse hueco en la esfera musical del país. Pero nuestra entereza y persistencia nos ha permitido grabar dos discos con dos de los más importantes productores de Europa y vivir momentos increíbles. Hemos girado por toda Escandinavia cantando en inglés con el grupo de rock, y también hemos ofrecido conciertos de música latina en los cruceros que se dedican a viajar de noche desde Suecia a Noruega y Finlandia, donde la gente básicamente va a beber porque en alta mar, el alcohol es más barato.


Al contrario de lo que mucha gente cree, Suecia, no es un país especialmente caro, el precio de la vivienda está mucho más acorde al sueldo medio que en España, y aunque los “vicios” son desproporcionadamente caros, en general se sigue respirando el aroma de aquella sociedad del bienestar de la que tanto nos hablaban nuestros padres.


Con sus muchas pegas (a algunas de las cuales sigo sin acostumbrarme, y ante las que, como buen campurriano, sigo protestando) y sus muchas ventajas (sin las que ya no encuentro sentido a la vida), merece la pena conocer una sociedad


tan diferente de la nuestra. Así que, si os animáis alguna vez a daros una vuelta por Göteborg, aquí tenéis un campurriano que estará encantado de enseñaros la ciudad y contaros historias de sus andanzas. Y sí, por si alguno se lo está preguntando, el mito es cierto, las suecas están muy buenas.







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